Rompiendo el Acuerdo

Recursos Educativos Multilingües Sobre Característica Intelectual y el Public Domain

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ROMPIENDO EL ACUERDO

James Boyle, 16 de noviembre 2006

Contraté a un artista para que me pintara un retrato. Le ofrecí 500 dólares.

Aceptó. Teníamos un acuerdo. Pintó el retrato. A mí me gustó. Le di el dinero. Unos años más tarde el artista me volvió a contactar. "Me debe 450 dólares más", me dijo.

Miramos el contrato. "Pero usted estuvo de acuerdo en pintar el retrato por 500 dólares y yo le pagué esa cantidad." El artista admitió que así era, pero me refirió que en otros países, los pintores cobraban a veces cantidades mayores y que en nuestro propio país los escultores también cobraban más . En realidad, me dijo el pintor, todos los pintores británicos estaban pensando cobrar otros 450 dólares por cada uno de los cuadros que hubieran realizado en el pasado, así como por los que fueran a realizar en el futuro. Esto “armonizaría” los precios con los de los otros países, colocaría a la pintura en situación de igualdad con la escultura y permitirá a los pintores contratar más aprendices.

También argumentó que los pintores muchas veces pierden dinero. Sólo cambiando los términos de los contratos mucho tiempo después de que se hubieran celebrado les permitiría seguir con sus trabajos. Me dijo que tenía el deber de pagarle. Si no lo hiciera, ello significaría que no respetaba el arte y la propiedad privada. Le dije que eso era absurdo. "¿De verdad?", me dijo, "nosotros hemos cogido la idea de una propuesta sobre la extensión del plazo de protección de los derechos discográficos. ¡La industria discográfica piensa que es una idea brillante!"

El plazo de protección de los fonogramas en Reino Unido es de 50 años. (más largo para las composiciones). A la industria discográfica y artistas de éxito como Sir Cliff Richard e Ian Anderson de Jethro Tull, les gustaría aumentar este término a 95 años, o tal vez más, cubriendo la vida del cantante y 70 años tras su muerte. Esta propuesta no es sólo para las nuevas grabaciones musicales sino también para las que se hicieron en el pasado.

Obviamente, 50 años de exclusividad legalizada ya fue un incentivo más que suficiente para que produjeran la música en primer lugar. Ahora pretenden cambiar los términos del acuerdo retrospectivamente. Dicen que eso “armonizará” la ley a escala internacional, dará a los fonogramas la misma protección que a las composiciones, ayudará a los músicos que pasan dificultades y dará a la industria discográfica algún dinero extra que tal vez pueda emplearse en el descubrimiento y ayuda de nuevos talentos. (O en Porsches, dividendos y patitos de goma. Si me das las rentas de otro monopolio de 45 años, puedo gastarme el dinero como me apetezca.)

¿Esta idea es tan escandalosa como las exigencias de mi pintor imaginario? No. Es mucho, mucho peor.

La mayor parte de las grabaciones hechas hace más de 20 años ya no se encuentran comercialmente en el mercado. Transcurridos 50 años, apenas un pequeño porcentaje de esas grabaciones está todavía en venta. Es extremamente difícil localizar a los detentores de los derechos de autor del resto de las grabaciones. Pueden haber fallecido, salido del mercado de la música o simplemente no tienen más interés en estas grabaciones. Son las llamadas “obras huérfanas” – una categoría que engloba la mayor parte de los productos culturales del siglo XX.

Sin embargo, sin la autorización del detentor de los derechos de autor, es ilegal copiar o redistribuir estas obras, incluse si se hace sin ánimo de lucro. El objetivo del derecho de autor es incentivar la producción y estimular el acceso a las obras culturales. Ha cumplido su función en lo que se refiere al estímulo de la producción. Ahora funciona como una barrera que dificulta el acceso . A medida que pasan los años, seguimos cerrando el cien por ciento de nuestra cultura discográfica a partir de un determinado año para que se beneficie una minoría cada vez más escasa – aquellos a quienes auténticamente les tocó la lotería –, dando origen a una política cultural grotescamente ineficiente.

Finalmente, 50 años después de su realización, todas las grabaciones entran en el dominio público y pueden ser puestas a disposición libremente por cualquier persona. Excepto si las editoras discográficas consiguen persuadir a Gowers Review1 de que las cosas no deben ser así. Igual que mi pintor imaginario, las editoras quieren cambiar los términos del acuerdo retrospectivamente. Sólo que, al menos la propuesta del pintor no haría que el 90 por ciento de las pinturas dejase de estar disponible solo para beneficiar a una exigua minoría de artistas actuales.

Tengo una idea para el Gowers Review. La propuesta de la industria discográfica consiente en una extensión retrospectiva del término de protección supone en realidad un impuesto a los consumidores de música del Reino Unido con la intención de beneficiar a un pequeñísimo porcentaje de grabaciones. El público pierde dos veces . Primero, cuando se le obliga a pagar precios monopolísticos por música antigua comercialmente disponible, en vez de beneficiarse del método que el legislador británico inicialmente le ofrecía: 50 años de exclusividad y después el dominio público. Y pierde una segunda vez cuando, como efecto colateral, se le niega acceso a la música que ya no está disponible comercialmente; ninguna biblioteca o internauta puede resucitar las grabaciones olvidadas.

Toda la idea es muy estúpida. Pero si es ésta la idea estúpida que queremos llevar a cabo, entonces basta con que aumentemos proporcionalmente el impuesto y distribuyamos los beneficios entre las editoras discográficas y los músicos cuya música todavía se encuentra comercialmente disponible al fin de 50 años. Exigirles que inviertan el dinero en la promoción de nuevos artistas – algo que la actual propuesta no hace. Y dejemos que todas las otras grabaciones entren en el dominio público.

Por supuesto, ninguna comisión gubernamental va a considerar esta propuesta por un momento. ¿Imponer un impuesto para dar más dinero todavía a aquellos que ya acertaron el jackpot y solo porque dicen que su industria no conseguirá sobrevivir sin cambiar retrospectivamente los términos del negocio? Es una idea irrisoria, sin duda. Y sin embargo es una propuesta mejor, más razonable que la que tenemos delante. Lo que nos dice algo sobre el estado actual de las políticas sobre los derechos de autor.