Una Mente Cerrada Frente A Un Mundo Abierto
Recursos Educativos Multilingües Sobre Característica Intelectual y el Public Domain
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UNA MENTE CERRADA FRENTE A UN MUNDO ABIERTO
James Boyle, 7 de agosto de 2006
Después de quince años, un grupo de académicos ha conseguido finalmente que los economistas crean en algo que los no economistas consideran obvio: la "economía comportamental" demuestra que las personas no actúan como ha previsto la teoría económica .
No se trata, sin embargo, de una defensa de la sabiduría popular sobre un grupo de intelectuales. Al contrario de lo que se pueda pensar, los desvíos del "comportamiento racional" no tuvieron nada que ver con la maravillosa cornucopia de las motivaciones humanistas. Hubo patrones. La gente no quiere asumir riesgos de perder y por tanto tiende a sobrestimar las probabilidades de pérdida y subestimar las probabilidades de ganancia, por ejemplo. Recurrimos a la heurística para encuadrar los problemas, pero nos mantenemos obstinadamente aferrados a los mismos hasta cuando los hechos los contradicen. Algunos de estos patrones son simpáticos; las preocupaciones supuestamente "irracionales" por la igualdad, que todavía hoy persisten en la mente de todos, con excepción de los republicanos y de los que tienen conocimientos de Economía, son un ejemplo de esa tendencia. Pero la mayor parte de esos patrones correspondieron simplemente a la cartografía de preconceptos cognitivos. Es posible obtener algunos beneficios de esos prejuicios, como hacen aquellos que nos venden garantías caras e irracionales sobre bienes de consumo. O podemos corregirlos, como es el caso del piloto de avión que está entrenado para confiar en sus instrumentos en vez de en sus percepciones defectuosas cuando vuela en un cielo muy nublado.
Estudiar Propiedad Intelectual y Internet me convenció de que tenemos otro prejuicio cognitivo. Se podría llamar aversión a la abertura. Tenemos tendencia a subestimar la importancia, la viabilidad y la potencial productividad de los sistemas abiertos, de las redes abiertas y de la producción no propietaria. Lean las siguientes cuestiones y hagan ustedes mismos la prueba. Al responder a cada una de ellas imaginen que estamos en 1991 y que he borrado de sus cabezas todo lo que aprendieron a lo largo de los últimos quince años.
Tiene que diseñar una red global de ordenadores. Un grupo de científicos describe un sistema básicamente abierto - protocolos y sistemas abiertos, que permite a cualquier persona conectarse a la red y ofrecer información o productos a todo el mundo. Otro grupo - académicos, hombres de negocios, burócratas - ponen de manifiesto los problemas. Cualquier persona podría entrar en red y hacer lo que quisiera. Habría pornografía, piratería, virus y spam. Los terroristas podrían poner en red sus videos glorificándose a sí mismos. Su vecino activista podría competir con el New York Times en la cobertura de la guerra de Iraq. Sería mucho mejor tener un sistema controlado, en el que fuera necesaria una autorización oficial para crear un site; donde sólo se permitieran algunas actividades; donde la mayor parte de nosotros fuera meramente recipiente de información; donde el spam, los virus, la piratería (y la innovación y la expresión anónima) no fueran posibles. ¿Qué sistema habría elegido?
Imagine una forma de software que cualquier persona pudiera copiar y modificar, creado al amparo de una licencia que requiriera que los subsiguientes programadores colocasen su software a disposición de los demás en las mismas condiciones. Imagine legiones de programadores en todo el mundo contribuyendo con sus creaciones a un sistema de "commons". ¿Es económicamente viable este método de producción? ¿Conseguiría competir con éxito con las compañías jerárquicamente organizadas que producen código en términos propietarios y cerrados, controlado tanto por la ley como por la tecnología?
Póngase la tarea de producir el mayor manual de referencia que haya visto el mundo . Tiene que incluir todo, desde el mejor restaurante tailandés en Raleigh hasta la producción anual de arroz en Tailandia, desde los mejores locales para observar ballenas azules, a la historia de la Blue Dog Coalition. ¿Crearía una organización enorme de expertos asalariados con una organización editorial estratificada, produciendo volúmenes sujetos al régimen de los derechos de autor y de las marcas registradas? ¿O esperaría a que ese manual de referencia fuera producido por gente común a título de hobby, por científicos y enciclopedistas voluntarios y que se crearan motores de búsqueda, una explosión de información? Yo sé cual habría sido mi apuesta en 1991. Pero también sé que la última vez que consulté una enciclopedia fue en 1998.
No es que la opción por la abertura sea siempre la mejor elección. Lo que en realidad necesitamos es un equilibrio entre cerrado y abierto, entre acceso restringido y libre, y parece que sistemáticamente estamos condenados a perder el equilibrio. En parte esto se debe al hecho de que no hemos conseguido comprender todavía el tipo de propiedad que rige las redes. Casi toda nuestra experiencia se resume al contacto con la propiedad tangible; campos cuya productividad sería destruida si los outsiders no pudieran ser excluidos. Para ese tipo de propiedad, la existencia de control tiene más sentido. Pero todavía no entendemos intuitivamente los contornos de la clase de propiedad que nunca se agota por el uso (piénsese en un segmento de software) y que se hace más valiosa cuanto más la usan los otros (piénsese en un protocolo de comunicaciones). Aquí las amenazas son diferentes, pero también lo son las oportunidades de participación productiva. Nuestras intuiciones, nuestras políticas y modelos de negocio confunden estos dos tipos de propiedad. A semejanza de los astronautas impelidos por la gravedad, nuestros reflejos se adaptan mal a la caída libre.
Las cuestiones planteadas tienen que ver con la world wide web, que celebró su décimo quinto aniversario el año pasado. ¿La crearíamos hoy día? En 1991 el lector habría reído si alguien le hablase de Internet, de open source software y le dijera que acudíamos a Google para buscar información. Intuitivamente, control y propiedad parecen ser la mejor opción. ¿Qué piensa el lector sobre los debates de hoy en día? ¿Debemos mantener una posición neutra en relación con Internet y mantenerla abierta o debemos dar a los propietarios de las redes mayor control? ¿Debemos crear más derechos para los broadcasters y los propietarios de bases de datos? El próximo proyecto de los economistas que se dedican al análisis comportamental debería ser estudiar nuestras percepciones cognitivas sobre la propiedad, el control y las redes. Como el piloto que vuela en el cielo nublado y mira a sus instrumentos, podríamos darnos cuenta de que estamos cabeza abajo.