La Información Pública Quiere Ser Libre

Recursos Educativos Multilingües Sobre Característica Intelectual y el Public Domain

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LA INFORMACIÓN PÚBLICA QUIERE SER LIBRE

James Boyle, 24 de febrero de 2005

Los Estados Unidos tienen mucho que aprender de Europa sobre la política de información. El tratamiento disperso de las cuestiones relacionadas con la privacidad, por ejemplo, conduce a la formación aleatoria de islas de protección de la privacidad en un mar de vulnerabilidad potencial. Hasta hace poco tiempo, cuando alguien alquilaba un vídeo o arrendaba una casa, los respectivos registros estaban mejor protegidos que la información médica. Europa, al contrario, intentó establecer un marco holístico: una aproximación que ha resultado ser mucho más eficaz. Pero hay casos en que debería ser Europa la que aprendiera de los Estados Unidos. Piénsese en el caso de la información pública, en el enorme y enormemente importante flujo de información producida por el gobierno, desde los mapas de localización de armas y datos meteorológicos, hasta los textos producidos por el Estado, estudios sobre el tráfico o información científica. ¿Cómo se distribuye este flujo de información? Si prestamos atención, comprobaremos que la ley es muy diferente en Estados Unidos y en Europa.

A uno de los lados del Atlántico, el flujo de datos producidos por el Estado se ve como una fuente potencial de beneficios. Los datos están protegidos por derechos de autor y por derechos sobre las bases de datos. Con frecuencia los departamentos que producen los datos intentan obtener algún beneficio a través de los importes que cobran a los usuarios o por lo menos recuperar la totalidad de sus costes de operación. Es una herejía sugerir que los ciudadanos ya pagaron sus impuestos para la producción de estos datos y que no deberían tener que pagar una segunda vez. El otro lado del Atlántico practica una forma benigna de socialismo de información. Por ley, cualquier texto producido por el gobierno central está exento de derechos de autor y entra inmediatamente en el dominio público. Compilaciones no originales de hechos - realizadas por entidades públicas o privadas - no son objeto de derechos propietarios. En lo que se refiere a los datos producidos por el gobierno, la norma básica es que deben estar a disposición de todos a penas por el coste de reproducción. Es fácil adivinar quién es quién. Claro, los Estados Unidos es el reino obcecado con el lucro y la propiedad y Europa el lugar donde el Estado se enorgullece de facilitar información como un servicio público, ¿no? No, en realidad es lo contrario.

Veamos el caso de los datos meteorológicos. Estados Unidos los facilita a cualquier persona a coste de reproducción. Si los completísimos websites del gobierno y los data feeds no fueran suficientes, por el precio de una caja de dvds vírgenes se puede tener acceso a toda la historia de los datos meteorológicos en todo el continente americano. Los países europeos, al contrario, declaran generalmente que el gobierno detenta derechos de autor sobre los datos meteorológicos y con frecuencia cobran sumas abultadas por el acceso a esa información. ¿Cuál de los dos sistemas es mejor? Si yo tuviera que recomendar un artículo sobre este asunto, elegiría el excelente estudio de Peter Weiss, titulado "Borders on Cyberspace" (Fronteras en el Ciberespacio), publicado por la National Academies of Science (Academia Nacional de Ciencias). Weiss sugiere que el sistema americano genera mucha más riqueza social. Es verdad, la información se suministrada inicialmente gratis, pero ha florecido una próspera industria privada de datos meteorológicos que usa los datos generados públicamente como materia prima y suma valor añadido. La industria americana de gestión de riesgo en el área meteorológica, por ejemplo, es diez veces mayor que la europea, emplea a más gente, produce productos de valor superior y genera más riqueza social. Otro estudio estima que Europa invierte 9.5 billones de euros en datos meteorológicos y que genera aproximadamente 68 billones - cuyo valor económico se refleja en las más variadas áreas, desde la mejor planificación agrícola, a las ayudas en el campo de la construcción civil, hasta la mejor planificación de las vacaciones -, lo que da un cociente de productividad de 7. Estados Unidos por el contrario, invierte el doble que Europa - 19 billones - pero tienen un retorno de 750 billones de euros, un cociente de 39. Otros estudios apuntan a la existencia de patrones semejantes en áreas tan diversas como datos geoespaciales, patrones de tráfico y agricultura. Un flujo de información "gratis" es mejor propulsor de la actividad económica.

Algunos lectores pueden no sentirse muy entusiasmados con esta manera de ver las cosas, porque implica que empresas privadas se aprovechen del bolsillo público - la riqueza social que se fastidie. Pero los beneficios de una política de apertura en relación con la información pública van todavía más lejos. Todos los años, la época de los monzones mata cientos de personas y provoca graves daños en propiedades en el sureste asiático. Este año, una de las oleadas de monzones mató ella sola a 660 personas en India y dejó a 4 millones y medio de personas sin hogar. Los investigadores que estudian e intentan prever los monzones, buscaron registros meteorológicos completos tanto en Europa como en Estados Unidos para poder generar un modelo basado en patrones climáticos globales. Los datos norteamericanos fueron fáciles de obtener y estuvieron disponibles al coste de reproducción. Los investigadores no pudieron pagar el precio pedido por los servicios meteorológicos europeos, lo que echó por tierra el análisis global que intentaban trazar. Weiss plantea la siguiente pregunta retórica: «¿Cómo evaluar los daños económicos y sociales que afectarán a más de un billón de personas debido a una traba a la investigación?» En vista de la simpatía generada por las víctimas del tsunami en la misma zona, este ejemplo parece en cierta medida todavía más trágico. ¿ Se va a repetir esto con los datos sismográficos, cartográficos y relativos a los satélites? Esperemos que no.

La actitud europea puede estar cambiando. Las políticas de competencia ya se han presentado como una fuerza que lleva a los países a repensar sus actitudes en relación con los datos generados por el gobierno. La Directiva Europea sobre la Reutilización de Información del Sector Público da algunos pasos en la buena dirección, tal como lo hacen varias iniciativas a nivel nacional. Desgraciadamente, sin embargo, la mayoría de ellas acaba por seguir un curso decepcionante. Una propuesta que era fuerte en sus comienzos acaba por desvanecerse y la cuestión crucial sobre si los datos meteorológicos deben o no ser suministrados a coste marginal de reproducción, es evitada o contornada. Es una pena que así sea. En artículos anteriores en este mismo espacio, he defendido una política de información basada en los hechos. En mi último artículo, afirmé que las leyes acerca de las bases de datos en Europa no superaron esta prueba. Tristemente, el tratamiento que hasta ahora Europa ha dispensado a la información del sector público tampoco. ¿Habrá una explicación única para todos estos errores? Me ocuparé de este asunto en futuros artículos.