Bases De Datos: Dos Vivas Para La Unión Europea

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BASES DE DATOS: DOS VIVAS PARA LA UNIÓN EUROPEA

James Boyle, 2 de enero de 2006

La Comisión Europea ha hecho recientemente algo extraordinario y admirable. Ha hecho una evaluación empírica sobre si una iniciativa de la UE estaba teniendo en realidad efectos positivos o no.

La iniciativa en cuestión se refiere a la Directiva sobre la Protección Jurídica de las Bases de Datos, que requirió la creación de un nuevo derecho de propiedad intelectual sobre compilaciones de hechos, un derecho sui generis delineado de una forma amplia. El informe es honesto al describir este paso como "una creación de la Comunidad sin precedentes en ninguna convención internacional."

Usando una metodología similar a la que describí en uno de mis anteriores artículos, la Comisión llegó a la conclusión de que "no está demostrado el impacto económico de un derecho sui generis en la producción de bases de datos. Introducido con el objetivo de estimular la producción de bases de datos en Europa, este nuevo instrumento no ha tenido ningún impacto probado en la producción de bases de datos."

De hecho, el estudio de la Comisión muestra que la producción de bases de datos decayó a niveles anteriores a la Directiva y que la industria de bases de datos de los Estados Unidos, donde no hay ningún derecho semejante, estaba creciendo más deprisa que la de la Unión Europea. Además, las diferencias entre los dos continentes parecen estar aumentando. Este patrón confirma los datos que presenté en uno de mis anteriores artículos, pero el estudio de la Comisión es más reciente y concluyente.

Fuentes de la propia Comisión dan a entender que este estudio puede ser un primer paso para una transformación mayor (y que sería muy bien recibida), según el cual se analizarían los efectos competitivos de la protección de la propiedad intelectual de una forma más profesional y empírica. ¿Estaremos comenzando a a alejarnos de la política de toma de decisiones basada exclusivamente en la fe, política que asumía que cuantos más derechos creemos más ventajas tendremos?

Todo esto - y en particular la comparación con el mercado norteamericano - es exactamente lo que defendí en mi columna anterior. Entonces ¿porqué solo dos vivas? Pues porque a pesar de que el informe constituye una mejora dramática en la actitud de la Comisión todavía persisten algunos vestigios de su antigua predilección por políticas basadas en la fe y en la economía vudú.

La Comisión emparejó este estudio empírico sobre si la Directiva había estimulado o no la producción de nuevas bases de datos, con otra intrigante especie de empirismo. Envió un cuestionario a la industria europea de bases de datos, preguntando si estaba satisfecha con sus actuales derechos de propiedad intelectual - un procedimiento con todo el rigor que podemos esperar de una política agrícola basada en una pregunta a los granjeros franceses sobre lo que piensan acerca de las subvenciones agrícolas.

El informe yuxtapone a veces los dos estudios como si ambos tuvieran un valor equivalente. Quizás se pueda extender este método de toma de decisiones a otras áreas. Podemos basar nuestras decisiones sobre telecomunicaciones a través de entrevistas psicoanalíticas con las compañías telefónicas estatales - dejemos que las opiniones de los actuales titulares determinen lo que es mejor para el mercado como un todo. « ¿Cuál es su relación emocional con su monopolio?» « ¡Me gusta mucho mi monopolio!» « ¿Piensa que puede afectar la competición en el área de las telecomunicaciones?» « ¡De ninguna manera!»

Hay también otros capítulos del informe cuya lógica nos deja un poco perplejos. Uno de los objetivos del nuevo derecho sobre las bases de datos era ayudar a disminuir la desproporción entre el tamaño del mercado europeo de bases de datos y el de Estados Unidos. Aún antes de la aparición de la Directiva, la mayor parte de los Estados europeos ya había optado por niveles de protección para las compilaciones de hechos superiores a los americanos.

La Directiva vino a elevar todavía más esos niveles de protección. La teoría era que esta medida ayudaría a aumentar la cuota de mercado europeo. Naturalmente, el efecto opuesto también se puede producir. Colocar los derechos de propiedad intelectual a un nivel demasiado elevado también puede estrangular la innovación.

En la práctica, tal como subraya el informe de la Comisión, "el ratio de producción de bases de datos Europa/Estados Unidos, que era de casi 1 a 2 en 1996, pasó a 1 a 3 en 2004." Europa tenía más protección y un mercado más pequeño que los Estados Unidos. Aumentó entonces todavía más el nivel de protección y perdió todavía más terreno. Y sin embargo, el informe es extrañamente contrario a la posibilidad de que el sistema americano funcione mejor. Además, sobrevalora el significado de una importante, aunque limitada, decisión del Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas que restringió el alcance del derecho sui generis.

En su conclusión, el informe ofrece un número variado de posibilidades, incluyendo la revocación de la Directiva, modificarla en el sentido de limitar o retirar el derecho sui generis, y mantener el sistema tal y como está.

Las dos primeras opciones son fáciles de entender. ¿Quién quiere mantener el mismo sistema, si no ayuda a aumentar la producción de bases de datos, ni siquiera la cuota de mercado europeo y pudiera eventualmente hasta ser dañino? Pero ¿porqué habríamos de querer dejar las cosas como están? El informe presenta varias razones.

En primer lugar, las empresas de bases de datos quieren que la Directiva se mantenga. (El informe alude delicadamente al hecho de que su "apoyo... entra en conflicto en cierta medida con el continuo éxito de la publicación y producción de bases de datos en Estados Unidos, que florecen sin... [esa] protección", pero que sin embargo, ese apoyo constituye una "realidad política".) En segundo lugar, revocar la Directiva reabriría el debate sobre el nivel de protección necesario para las bases de datos. En tercer lugar, los cambios a realizar pueden ser costosos.

Imaginen aplicar estos argumentos en una experimentación con medicamentos. Los pacientes incluidos en el grupo de control presentaron mejores resultados que aquellos que tomaron el medicamento y hay evidencia que señala que el medicamento puede ser nocivo para la salud. Pero a la industria farmacéutica le gustan sus beneficios y quiere mantener el medicamento en el mercado. A pesar de "entrar en conflicto en cierta medida" con las pruebas, esta es una "realidad política". Prohibir el medicamento abriría de nuevo el debate sobre la investigación para la cura de la enfermedad. Cambiar cuesta dinero - es verdad. Pero entonces, ¿cuál es el objetivo de los estudios y revisiones, si preferimos mantener siempre el status quo?

La Comisión Europea ha dado un importante paso que debemos aplaudir en la dirección de una política racional de toma de decisiones sobre la protección de las bases de dados. Ahora tiene que seguir dando pasos en esa misma dirección y completar el viaje.